Mi hijo no estudia por si solo

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“De nada vale que el entendimiento se adelante si el corazón se queda atrás”

Diariamente recibimos padres preocupados porque el rendimiento escolar o
universitario de sus hijos es deficiente. Ambos niveles de estudios son proclives a, en el primer caso, repetir el año, y en el segundo, a desertar. La urgencia obnubila lo importante y apresuradamente se buscan soluciones rápidas que pongan a los hijos en el nivel exigido y sobrevuelen la dificultad sin importan a qué costo. Sin embargo, queda en suspenso la continuidad del aprendizaje hasta presentarse la próxima valla en el camino. Esto no ha hecho más que crear seres humanos totalmente dependientes de una ayuda exterior que realice el milagro de obtener la nota y avanzar.

Llega un momento en que no alcanza ni siquiera esta ayuda para resolver estas deficiencias porque el alumno ha recorrido el camino sin levantar los vacíos académicos que van quedando atrás y que solo se agrandan , sin posibilidades de recuperación.

Es en ese momento en que es necesaria nuestra intervención. Ya se ha hecho imposible el vínculo entre la madre y el alumno, el disgusto en el hogar trae también dificultades a la pareja, hay culpas, resentimientos y frustraciones.

Sabemos que en un aula de treinta alumnos, seguramente habrá una amplia mayoría que ha comprendido lo que el maestro ha explicado, y un porcentaje de ellos se ha quedado en blanco, sin atreverse a preguntar por el temor de ser ridiculizado por sus compañeros. A consecuencia de ello tenemos un niño cuya autoestima comienza a bajar, que por no haber preguntado no realiza solo sus tareas, que necesita permanentemente ayuda para cumplir con un pensum que se le escapa de las manos.

Ésta se convierte en una situación que atenta contra la transferencia de conocimientos que el alumno debe recibir de sus profesores. Las emociones comienzan a jugar un papel muy fuerte en su personalidad, avanza siempre con ayuda pero generando vacíos cada vez más profundos. A niños como éste generalmente se les cuelga la mochila de “desordenado”, “desobediente”, con “déficit de atención”, con o sin hiperactividad, “vago”

Si sus emociones no están en equilibrio, si su corazón está sufriendo por el resultado de su escolaridad, si siente que ha defraudado a sus padres, entonces no habrá salida sin una ayuda diferente.

Hay que investigar acerca de los vacíos de conocimientos en determinadas materias, para emprender el proceso que demanda el levantamiento de aquéllos, la consolidación posterior de cada vacío, con la consiguiente felicidad del niño o adolescente que comienza a sentir que él también “puede”.

Son estas mejorías las que comienza a transformar la relación con sus compañeros, a tomar conciencia de saber preguntar lo que aparece como no aprendido y a gestionar, con confianza en sí mismo, su propio aprendizaje.

Lo invitamos a buscar en este blog la ayuda pertinente y necesaria para el esclarecimiento de sus dudas a fin de entregarle a esta persona amada – que transcurre por este complejo pasaje – una nueva oportunidad y un horizonte un tanto más visible.